La alternancia como virtud



 Se critica al Peronismo por su "ansia de perpetuidad". Se lo critica, paradójicamente, desde sectores que vienen criticándolo todo desde hace más de treinta años, en el mejor de los casos. Vindican, esos eternos, la alternancia como síntoma de salud democrática. Algo así como una alternancia perpetua, si se me permite el chistonto.
La semana que pasó el juez Carlos Fayt cumplió 95 años. Desde el año 83 se desempeña en la Corte Suprema de Justicia. La cuenta es simple: hace 30 años es Juez Supremo. Fayt pasó por varios metros la línea de llegada de su edad jubilatoria, que para un juez es 75 años, según el tope que fija la Constitución Nacional del 94. Fayt presento una acción de amparo donde argumentó que llegó al tribunal antes de la reforma constitucional, lo que le permitiria permanecer en el cargo hasta que fenezca, uno supone.
 No soy opinión calificada para analizar el desempeño de Fayt como jurista, tan alejados estamos de las cuestiones jurídicas. Al parecer el magistrado considera que tiene mucho para dar(nos) aun. Ni siquiera nos atrevemos a poner en duda ese parecer.
 Pero si esperábamos las cataratas de críticas impiadosas de aquellos que si creen en la alternancia como virtud de un sistema democrático. Nada. Nadie dijo ni A. La luna va a ocupar el espacio de esa ausencia: AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA. No hace falta contarlas, son 95, en honor a las velitas que sopló Fayt.
 Cumplimos. Así, cuando alguien hable de alternancia, nadie sospeche que de lo que se habla, lo que se desea, sea el fin del Peronismo


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