Este escriba no es exégeta de Aníbal Fernández. El senador no necesita que
lo defiendan, se arregla bastante bien solito. Su figura y su carrera política
no me generan el desprecio que llevó a la mayoría de los militantes
Gutierristas a cortar la boleta de Senadores del Frente Para la Victoria en las
últimas elecciones.
Voté a Aníbal para senador y a Gutiérrez para intendente, con esas
aparentes contradicciones convivimos. Además, un poco de disciplinamiento nunca
está de más, sobre todo a la hora de contar los porotos, ¿nocierto compañeros?.
En las últimas semanas reapareció a nivel mediático, por boca de Hugo
Moyano y refrendado por representantes del Sindicalismo Pirómano y conductores
de televisión varios (es interesante observar quienes le hacen el coro a Don
Hugo) este viejo asunto de que Aníbal se escapó adentro de un baúl, prófugo de
la justicia, durante su gestión como intendente de Quilmes.
Lanata mostró una parodia en la que el senador, bastante bien logrado
y algo gracioso, a que negarlo, recorría concesionarias de autos en búsqueda de
baúles confortables. Así de instalado está el asunto.
Seamos contundentes en afirmar que profugarse de la justicia no es lo
correcto, sea dentro de un baúl o en un submarino. Pero advirtamos que si un
juez dicta la detención de alguien, esta no constituye "a priori" un
hecho justo. ¿Qué motivó al juez González Elizaga a ordenar la detención de
nuestro Intendente?
Avancemos casi dos décadas (casi dos décadas pasaron, ¿hay que ir tan
lejos para desacreditar a Fernández?) El año pasado el juez Juan
Manuel Yalj ordenó la detención del dirigente gremial Raúl Sobrero. Esa orden
constituyó un disparate jurídico que mereció el repudio de todo el arco
político, a excepción (paradojas de esta note y del destino) de Aníbal Fernández...
Los tribunales no deben ser utilizados para el armado de operaciones
políticas. Ordenes de detención, allanamientos, denuncias, históricamente
fueron utilizados como herramientas políticas, de la mala política, de la
judicialización de la misma.
Aníbal Fernández fue víctima de esas prácticas. Luego, ya vimos,
asumió el papel de victimario. Es cierto que existió una orden de detención,
tan cierto como en menos de 24 horas esa orden fue revocada por la Cámara de
Apelaciones en lo Criminal y Correccional de Quilmes, que la consideró
irregular e ilegítima.
Ese "detalle" suele ser ignorado por comunicadores
malintencionados. La cuestión de fondo: una acusación sobre falsificación de
documentos públicos, irrisoria, falaz, insostenible. "Lo acusaron por un
error de tipeo", me confesó hace algún tiempo un conocido dirigente
Radical. Aníbal fue sobreseído en forma definitiva. También ese
"detalle" se les pianta a los comunicadores.
Si el ex Intendente no se presentó en tiempo y forma a la justicia,
cargará con ese peso toda su vida. Suponerlo un prófugo de la justicia sin
detallar el contexto ilegítimo de esa orden de detención, es una mera chicana.
Se buscaba la foto, del intendente con los ganchos puestos, ingresando a una
comisaria. El fin de su carrera política. Aníbal ganó tiempo y la evitó. El
costo de esas horas aun lo sigue pagando.
La detención de un intendente con herramientas jurídicas ilegítimas
constituye una gravísima afectación del sistema institucional.
Usted tiene derecho a pensar distinto, pero también a que le cuenten todo,
no solo la pirotecnia, el punch, el baúl.
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