Las diferencias entre el Intendente y la gestión del Intendente


Hace algún tiempo escucho que existe una valoración distinta sobre la figura del Intendente Gutiérrez, por un lado, y su gestión por el otro. Que su imagen no se ve afectada por los aspectos más negativos del Gobierno Municipal. "No le entran las balas" suele decirse en la jerga política.
 Como si existiera una capacidad colectiva para percibir separadamente al Intendente de la gestión de ese mismo Intendente. Parece raro esto, contradictorio. Creo que hay razones que explican esta diferenciación. Trataré de enumerarlas.
 En primer lugar diría que una gestión municipal excede la figura del que la encabeza (esto no lo exime de responsabilizarse por la misma. Ser intendente es ser el principal responsable político de una gestión) Pero una gestión es un conjunto heterogeneo, una sumatoria de espacios diversos, que en ocasiones disputan entre si. Es una película, algo móvil y no una foto estática. Una estructura de gestión no es la mera síntesis de su líder, es más que eso, más complejo.
 En segundo lugar existen rasgos y características personales del propio Gutiérrez que generan empatía, si bien no en todos, en muchos vecinos. Esas cualidades personales son difícilmente trasladables a la gestión. Por mencionar algunas de mi interés: Su trayectoria política (coherente en lineas generales y bastante extensa); su historia personal con ribetes trágicos; su extracción sindical; su estilo pausado, descontracturado y en ocasiones desalineado. Modos, estilos historia personal que generan afinidad.
 Por último creo que Gutierrez representa una forma de administrar lo municipal que está en relación con la revalorización de lo público, una verdadera participación de lo municipal en la vida de las personas, que se expresa en lo territorial y que es novedosa. Como ejemplo, basta contar cuántas delegaciones municipales había hace 5 años y cuantas hoy. Hay una cercanía de lo municipal que es novedosa, que sumada a las características personales previamente mencionadas permitieron que los quilmeños volvieran a elegirlo.
Y ya sabemos que los quilmeños no somos muy afectos a revalidar casi nada.
 La forma de gestionar lo público que Gutierrez representa es aceptada por muchos. Los resultados de la gestión son diversos, en ocasiones vergonzosos. Ahí se produce el quiebre. Aceptamos el camino que representa Gutiérrez, pero algunos caminantes no pueden ni gatear.
 Pongámonos crudos: si el camino es de bitume, se acepta. Si el bitume a los dos meses revienta y percibimos que algún fulano se quedó con la mitad...¿Hasta cuándo los resultados negativos de la gestión no van a afectar al modo de gestionar lo público que Gutiérrez representa?

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