Yo entré a la EMBA



 Dos veces entré a la EMBA. La primera vez fui a llevarle una Coca Cola y un tostado árabe de jamón y queso a una profesora, o directiva, o ambas, uno no pregunta, pero el despacho era enorme y todo marrón madera, eso recuerdo. Yo trabajaba por ese entonces en un restobar del centro de Quilmes y hacía muchas cosas, entre ellas bandejear pedidos telefónicos.
 Diez cuadras caminé con el tostado y la gaseosa en equilibrio. Cuando llegué a la puerta de la EMBA me di cuenta de que me habia olvidado el destapador para abrir la gaseosa, error de principiante. En esa época fumaba mucho porro... Volví sobre mis pasos. Ida y vuelta, ida y vuelta, terminé caminando cuarenta cuadras en quince minutos. Finalmente logré entregar el pedido. No me dieron propina, como si supiera la señora que en algo había fallado, justificando su tacañería.
En esa oportunidad pude ver que la emba era un lugar no mugriento pero escrachado; oscuro, lúgubre, descuidado, con esa forma del descuido que es "a drede", como esas minas que se despeinan peinándose dos horas, pero demasiado cargado de pinturas y mensajes sin sentido. Sin estética. En síntesis: me pareció un asco la emba. 
La segunda vez la publiqué en el blog y la pueden leer acá 
 A mi, por ese entonces bandejero de bar pero con conciencia social - amen de la impresión negativa que me causara sus instalaciones - me resultaba gratificante que nuestro distrito tuviese (y sostuviese) una institución educativa de renombre. Y que muchos pibes -mayoritariamente del conurbano, porque en la morel estudian pibes de Lanus, Avellaneda, Florencio Varela, Berazategui - tuvieran la posibilidad de estudiar en ella, de modo gratuito, nada más y nada menos que arte, sin ponernos exquisitos sobre que tipo de arte les enseñan - Confesaré ahora que alguna vez pensé en inscribirme en la emba solo para crear una agrupación política denominada "La Chico Novarro", que peleara la conducción del centro de estudiantes al son irresistible del bolero, que también es arte pero arte popular y latinoamericano, lamentablemente censurado en los programas educativos de la morel, donde nadie juna a un Leonardo Favio, a un Sandro, a un Leo Mattioli, por nombrar solo algunos…
 Además, claro está, me surgían las mismas preguntas de siempre: ¿Quién maneja la E.M.B.A.? ¿Cómo la maneja?¿Cómo administra el presupuesto? ¿Cuánto es el presupuesto? ¿Cómo se eligen sus profesores? ¿Hay concurso docente? decime que lo voy a ver... ¿Cuánto nos sale un profesor a los vecinos de Quilmes? ¿La Provincia qué tiene para decir, para poner? ¿Son trabajadores municipales los profesores de “la morel”? ¿Cuánto gana un trabajador municipal? ¿Quién paga la luz, el gas, el agua, la limpieza, los arreglos, los materiales, los ascensores, el impuesto inmobiliario, los pupitres, las tizas, los borradores y pizarrones, los baldes y trapeadores, los desinfectantes, las ventanas rotas, los bandejeros que van a llevar tostados árabes, los etc? ¿Dónde compran los estudiantes sus materiales?
 Un poco de periodismo ahí che, dale.
  
Ya mudaron a la E.M.B.A. una vez. Lo hizo el intendente Villordo. Desde el edificio histórico de Rivadavia a la ubicación actual, sobre la calle Sarmiento, a la vuelta de la esquina, literalmente. Esa mudanza también fue resistida, en este momento no recuerdo en nombre de qué valores revolucionarios, sepan disculpar. Hoy los estudiantes, o un grupo de ellos, se parapetan conformes con dicha ubicación, inamovibles, ante la nueva sede de la escuela. Paradojas de la historia local.

  Para finalizar diré que para mudar a alguien de un lugar a otro sería bueno que ese alguien – en este caso la comunidad educativa de la E.M.B.A -  estuviese de acuerdo con dicha mudanza, que le convenga a sus intereses. Es un comentario tan básico que me asombro al escribirlo. Puedo intentar ser más contundente y escribirlo así: las personas no son ganado que se arrea. De prepo no se consigue nada. Ahí, a la vuelta de la esquina está Villordo, para que sirva de ejemplo. Para que no se repita

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