Las críticas a Gutiérrez desde sectores que construyen alternativas a su gobierno son entendibles, esperables y – justamente por esa aspiración a ocupar su lugar – inevitables, fatales.
Algunas de esas críticas me parecen razonables.
Otras impostadas. Muchas, demasiadas, incurren en la falacia.
Cuando esos cuestionamientos provienen de
sectores que no forman parte del armado del frente para la victoria (acá en
casa al FPV le decimos peronismo) uno, o sea yo, entiende que ese mensaje se dirige a
los votantes que no comulgan con el peronismo.
Pero cuando esos cuestionamientos provienen de
sectores que si forman parte del armado del Frente Para la Victoria, ya sea a nivel
provincial o nacional ¿Qué es lo que escucha el votante Quilmeño?
Es
innegable que Gutiérrez tiene una fuerte identificación con el FPV, por muchas
razones. Me limitaré a mencionar solo una, inobjetable: ha ganado dos
elecciones a intendente encabezando las boletas de Cristina.
Entonces cuando critican a Gutiérrez, con o sin intención
(con o sin razón), están criticando algo que excede a la gestión municipal, en
el imaginario colectivo, en el votante de a pie. Están criticando todo lo que
Gutiérrez representa. Ese algo, paradójicamente, los involucra.
En las guerras utilizan el siguiente eufemismo: le dicen daño colateral.
La
Cámpora Quilmes entendió tan bien esto que le ha puesto
como nombre a su armado electoral “Frente
Quilmeño Para la Victoria”;
como si Gutiérrez fuese radical, marciano o no existiera, y no representara las
políticas del gobierno nacional en nuestra ciudad. Y como si un año atrás (un
año atrás compañeros) uno de sus “soldados” no formara parte de la lista de
concejales del Barbismo…
Pero Gutiérrez existe, aunque no les guste. Aunque aspiren a ocupar su lugar
El Sciolismo local, a tono con el cinismo
Camporista, se anima entre otras cosas a criticar las políticas de seguridad de
nuestro distrito. Como si Quilmes no formara parte de la provincia de Buenos
Aires que Scioli gobierna, incluyendo entre sus tareas la conducción de la
policía bonaerense.
La división local del peronismo no es solo coyuntural, sino histórica. No niego que el gobierno de Gutiérrez hizo poco y nada para revertir esa historia.
Hay que reconocerle algo al NeoSciolismo local
que propone que “Quilmes vuelva a ser Quilmes”, es decir, que vuelva a ser una comunidad aborigen del norte argentino: el concejal Filaretti,
probablemente el mejor cuadro político de toda nuestra ciudad - Ezpeleta - viene
trabajando de opositor desde hace prácticamente una década ganada. Ese
pesimismo es insalubre en tiempos felices y merece una estatua.
Ninguno de los espacio peronistas locales puede hoy estar seguro de adjudicarse la intendencia en el 2015, más bien lo contrario.
Para
terminar dejo este balance del 2014 que escribe Christian Skrilec. Se
titula “la mitad del vaso”, y me ha gustado mucho ese título. Los pesimistas ven el
vaso medio vacío y los optimistas el medio lleno. El vaso por la mitad solo
los realistas lo ven (acá en casa a los realistas les decimos peronistas). Y la
realidad existe, por suerte, y es la única verdad.
Soñar soñar.
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