Le robaron la rueda de la Partner (nueva 0k) a mi vecino el carnicero, a plena luz de una tarde Ezpeletense. Le dejaron las tuercas de souvenir. Otro vecino sospechó un simple cambio de goma y amablemente le ofreció ayuda. – Me robaron la rueda – aclaró el carnicero, con resignación.
Los vecinos de los
barrios Ferroviario y Naval no suelen ser “víctimas de la inseguridad”.
Con mi viejo tenemos
una teoría geográfica que explica los bajos índices delictivos de la zona: los
barrios Ferroviario y Naval están cercados, a norte y sur, por dos brazos del
arroyo Giménez, al Este por un aeródromo. Al Oeste el Cementerio. La única
salida es hacia Mitre, por La
Guarda o Esquel. En resumen: es difícil rajar del barrio.
Movilidad social es
que un carnicero cambie el coche todos los años. El carnicero vende, y vende
mucho y caro. Y progresa.
Cuando este escriba vivía
en la calle Carlos Pellegrini también era vecino de otro carnicero. Se llamaba Mariscal,
o se apodaba, nunca supe. Madre me mandaba a "comprarle a Mariscal" carne picada para el gato,
que era fifí y se negaba a comer sobras. Eran los noventa y presencie (pero
comprendí años más tarde) como esa carnicería de barrio se transformaba en un
kiosco. Nadie discutía el índice de precios al consumidor por esos tiempos.
Pero volviendo al
hecho delictivo, lo llamativo es que no hubo testigos. La noticia es que
ninguna vieja del barrio vio un robo que sucedió entre las cuatro y la cinco de la
tarde. Raro
Las viejas de mi
barrio solian sentarse, por las tardes, a mirar por la ventana. Chusmas,
vigilantes. Sabían todo de todos.
La noticia entonces
es doblemente triste: las viejas de mi
barrio se murieron (mi abuela entre ellas) o están mirando televisión por
cable.
La noticia es que
tenemos que empezar a reemplazarlas. En rigor de verdad…será una fatalidad. Más
tarde o más temprano, seremos, viejas de barrio.
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