La militancia será territorial o no será nada.


Hay algo que siempre me alejó de la militancia. Y es la ausencia de una actividad programática de lo territorial, creo, por ponerle un nombre bonito. La militancia es la misma en todos lados, un nolugar donde se discute lo nacional, lo cual no está mal en si, pero es lo mismo que discuten los medios nacionales, que en rigor de  verdad son solo miradas capitalinas respecto de lo Nacional. Eso me aleja porque me resulta banal. Ir a hablar de matrimonio igualitario a una unidad básica en la ribera de Quilmes tiene también algo de grotesco, lo que empeora la cosa.
 Y lo territorial en una unidad básica se entiende del mismo modo que lo entienden las ONG, de forma asistencial, nunca político. Tenemos una gran cantidad de militancia juvenil, lo cual es bueno y novedoso, pero discutiendo ley de medios, reforma judicial o lo que dice Lanata. Pensar un barrio, pensar un distrito, parece más difícil. Quizás lo sea. La militancia actual, si no cambia, no prosperará por sobre los gobiernos de turno.
Porque no tiene idea de dónde vive. No tiene idea de dónde quiere vivir.

Por eso trasciende la actividad que realizan las organizaciones ambientalistas que se oponen a “la entrega de la costa”. Porque lo que pelean es palpable, está ahí nomás, lo comunican con cierto espamento hippie infumable acompañados por sectores de la sociedad que ostentan cierto respeto. Y del otro lado, la nada misma. Pero trasciende más esa actividad que cualquier aparato político. Algo se podría aprender de esas experiencias.
 La militancia tiene una aspiración cambio mundista. Hay que pensar el barrio, ser más humildes, eso.

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