Descamisados

 "Parecía sencillo escalar la cuesta, pero Julio llevaba años sin hacer un ejercicio que implicara un mínimo de riesgo. Se aferró con torpeza a las matas que crecían en las rocas. La voz del guía se hizo lejana.
 No quiso ver hacia arriba ni hacia abajo. Se concentró en las piedras a unos centímetros de sus ojos.
 Un viento frio le golpeó la cara. Estaba en la cima. Se incorporó con cuidado, no muy seguro del efecto que le causaría mirar desde tan alto. Dos valles desérticos, vacilantes en su hondura, de cambiante tierras coloradas. Uno al frente, otro a sus espaldas.
- Ahí tiene - Eleno señaló algo que quedaba abajo, en caída vertical. Se oyó un rumor extraño, un imposible ondear de telas.
- El Batallón de los Vientos - Dijo Eleno
 Julio vio las botas que pisaban con seguridad la orilla del desfiladero. No lograba distinguir de dónde salía el murmullo de las telas. A rastras, se acercó al filo del talud y arriesgó una mirada al vacío. El viento le sacaba lágrimas en los ojos, pero pudo ver lo que estaba abajo. Cientos de estacas sostenían pálidos jirones de tela. Algunos estaban desfigurados, otros conservaban su inconcebible forma original. Eran camisas.
 - Oiga el ruido-.
El viento traía el parejo golpeteo de las telas
 - Su tío dice que son plegarias. -Eleno se había quitado el sombrero - Los cristeros se tiraron al barranco. Sus camisas están ahí, resando."

Fragmento del libro El testigo de Juan Villoro. (Anagrama/Página12) 22 pesos. No lee el que no quiere

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