Cambio21 tenía una edición impresa, no recuerdo si semanal o
quincenal, disculpen, que fue periodísticamente lo mejor que se escribió en Quilmes.
Era difícil de conseguir. Solo pude hacerme de dos números que guardo entre una
pila de diarios que ya no se dónde poner.
Hoy la edición en papel de Cambio21, a color y de buena
calidad, lamentablemente no se edita más. Conserva solo su edición online,
demasiado gacetillera para mi gusto.
Pero en esa misma
edición online todavía se pueden leer algunas de las notas que escribía Fabián Rodriguez para Cambio21. Son una joya, realmente. Abajo
les dejo algunos ejemplos
1. Nota que explica las elecciones del colegio de abogados
de Quilmes
2. Nota que habla sobre el dueño de un multimedios local
3. Una nota sobre los Bemberg, grupo económico que dirigió
la empresa Quilmes, que es tan buena que la copio completa a continuación.
Cuando en 2006 el grupo económico liderado por la familia
Bemberg se terminó de desprender de la Cervecería Quilmes,
pocos pensaban que los herederos de Otto Peter y Otto Sebastián Bemberg
volverían al negocio de las bebidas más importantes que se consumen en la Argentina. Después
de cuatro años de concentrar sus inversiones en los agronegocios y los grandes
emprendimientos inmobiliarios, esta insigne familia quilmeño-germana está
nuevamente lista para hacerse presente en la mesa de los argentinos: a través
de una operación que ronda los 300 millones de dólares, pasarán a controlar en
50% de las tradicionales Bodegas Peñaflor (Santa Ana, Michel Torino, Trapiche y
Termidor, entre otros).
Por Fabián Rodríguez, especial para Cambio21.-
martes 23 de marzo 2010
En 2006, cuando a cambio de 1.200 millones de dólares
terminaron de desprenderse del 34% del paquete accionario que conservaban en la Cervecería Quilmes,
pocos hubiesen imaginado que los herederos de Otto y Sebastián Bemberg
volverían a involucrarse en el negocio de las bebidas que forman parte de la
vida cotidiana de todos los argentinos (hasta ese entonces, además de ser los
dueños de la Cervecera
más grande del país controlaban a BAESA, la filial local de Pepsi).
A partir de la venta de Quilmes, la familia Bemberg decidió
concentrar sus inversiones fundamentalmente en los agronegocios y el negocio
inmobiliario. También controlaban, a través de sus dos Fondos de Inversiones,
BIARSA (Bemberg Inversiones Argentina SA) y BISA (Bemberg Invesment SA), un
puñado de empresas tan disímiles como la textil Caro Cuore, Burguer King, y la
minera Patagonia Gold, además de una participación importante en el sector
eléctrico de nuestro país.
A pesar de la creencia difusa que supone la ligadura de esta
familia a la llamada "Burguesía Nacional", hay que decir que
luego de la muerte de Otto Sebastián Bemberg (el hijo y socio de Otto
Peter, fundador del imperio) en 1932, la empresa familiar se convirtió en un
holding que, a pesar de su nave insignia, hizo de su actividad en la producción
primaria el motor de su crecimiento económico arrollador.
En su libro "Estudios de historia económica
argentina. Desde mediados del siglo XX a la actualidad", el
economista Eduardo Basualdo se refiere a lo que el denomina la "oligarquía
diversificada". En su interesante trabajo, Basualdo afirma que los
miembros de estos capitalistas extranjeros que se integraron con la clase
dominante local, "aunque controlaban múltiples firmas industriales
líderes, tuvieron una destacada presencia en la propiedad y producción
agropecuaria pampeana y extra-pampeana, formando parte de los grandes
terratenientes, participaron en la exportación de productos primarios y en los
negocios financieros de la época e incluso instalaron o adquirieron firmas en
otros países del cono sur. Entre ellos se encuentran Bunge & Born, Bemberg
y Tornquist”.
Sin embargo, a través del liderazgo indiscutido que
consiguió la marca Quilmes en el mercado local, la familia Bemberg se
transformó en un símbolo, a pesar de tener sus oficinas centrales en Francia y
Luxemburgo.
En 2002, agobiada por el pasivo que arrastraba de la compra
de BAESA en 1999 (el mismo llegó a representar un tercio de su facturación
anual), el Grupo Bemberg decidió asociarse con AmBev, dueña de Brahama y filial
brasileña de la belga InBev.
La vuelta a la mesa de los argentinos
En abril de 2006,
a pesar de la resistencia del presidente de la compañía,
Carlos Miguens Bemberg (uno de los hijos de la cineasta María
Luisa), el Grupo terminó de resignar su participación en Quilmes Industrial
Sociedad Anónima (QUINSA). La operación recién se pudo realizar cuando Miguens
Bemberg renunció a la presidencia de la empresa, al quedar en minoría frente al
resto de sus socios, y fue tasada en 1.200 millones de dólares pagados al
contado.
En estos años, los Bemberg se volcaron de lleno a la
administración de las 50 mil hectáreas de campo que poseen en la llanura
pampeana, y al desarrollo de grandes emprendimientos inmobiliarios como Pampas
Pueblo Hudson, el complejo de viviendas y comercios emplazado en el lugar donde
se tiró en 1890 el primer chopp de Cerveza Quilmes: la vieja Maltería Hudson.
Los Bemberg también son dueños de la cría y venta de
caballos de polo, además de algunas de las empresas citadas al comienzo de este
informe.
La semana pasada, se dio a conocer la noticia de que el
fondo BISA, propiedad del Grupo Bemberg, adquirió el 50% de las tradicionales
Bodegas Peñaflor, propietaria de las Bodegas Trapiche, Santa Ana (ambas de
Mendoza), Las Moras (San Juan), El Esteco y Michel Torino (estas dos últimas de
Salta). Peñaflor también envasa, en san Juan, los vinos en tetra brick
Termidor, Crespi y Facundo.
Si bien todavía no se conocen los pormenores de la
operación, se habla de un monto que rondaría los 300 millones de dólares.
Con esta incursión en el negocio vitivinícola, los Bemberg
parecen querer volver a liderar un mercado de bebidas, aunque ya no se trate de
burbujas doradas y espuma blanca, sino de colores violáceos y sabores
aterciopelados.
Lo único que esperamos, es que por favor, ninguna marca de
vino confunda capitalismo salvaje con pasiones futboleras.
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