Esa dispersión del electorado oficialista, contrariamente a
lo que se puede creer, no se manifestó tan profundamente en estos comicios de
Agosto como en el anterior del 2011, en los cuales, por ejemplo, un solo candidato del
Frente Para la Victoria
localmente no oficialista (Daniel Gurzi) obtuvo más de 80.000 votos, es decir, más
del doble que los que cuentan hoy el mismo Gurzi y Julio Nieto juntos.
Eran tiempos de vacas
gordas, de electorados pro-oficialistas, lo cual impidió poner en riesgo la histórica
re-elección de Gutiérrez que vino a empañar ese desempeño, para nada
desdeñable.
El problema es que la dispersión actual, menor en proporción
aunque deberíamos esperar las generales de octubre para ser contundentes, puede
afectar las posibilidades del triunfo de Gutiérrez a nivel local. En el 2011 un
candidato te “sacaba” 80000 votos y no importaba; hoy 20000 votos del ignoto Julio
Nieto valen oro.
Esto también debe ser tenido en cuenta cuando se analizan
los votos del Frente Para la
Victoria que a nivel local no tienen como destinatario al
Intendente Gutiérrez.
Porque la división
del voto oficialista (FPV) no responde (por lo menos no exclusivamente) a una
percepción negativa de la gestión actual por parte del electorado, sino que
tiene razones históricas, más profundas. No se trata de un corte de boleta coyuntural.
Es la interna Peronista, interminable, en su modesta versión local.
Es la interna Peronista, interminable, en su modesta versión local.
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