Cementerio Popular

Con una precisión casi Divina, dos días después que escribiésemos esta pavada sobre el cementerio, nos encontramos con una nota del Diario Popular que informa sobre hechos vandálicos y delictivos que se vienen sucediendo en la Necrópolis local, fundamentada, la nota, en el testimonio de los padres de Boris Hartivig. Boris Hartivig era un joven que perdió la vida en marzo de este año al ser atropellado por un remisero que no se detuvo después del impacto porque, según declaró, pensó que se había llevado por delante un perro. Recuerdo ese hecho por el detalle macabro y además porque me tocó pasar a nota escrita el comunicado policial sobre la captura del conductor para el periódico El Suburbano, del cual ya no formo parte. Si mal no recuerdo las cámaras del Municipio fueron importantes para identificar el vehículo y dar con el conductor, que permanece detenido.
Los restos de Boris Hartivig yacen en el cementerio de Ezpeleta.
Hablaba en esa nota que escribí sobre el cementerio, o más bien preguntaba producto de mi ignorancia, ¿cómo funciona un cementerio?. Qué idea tienen los candidatos, los funcionarios, los periodistas también, por qué no, sobre cómo debería funcionar, ya que estamos en campaña electoral. Y decía (obviedad al margen) que mucha gente usa el cementerio, dando a entender que se trata de un servicio municipal como el que más; como ir a sacar el registro o acceder a una salita de salud. Pero siempre recordando que el cementerio cuenta con una carga adicional, emocional y profunda. Quienes lo usan van a rendirle homenaje a los que ya no están. A recordarlos, sentirlos cerca. De un modo que a mi "se me escapa" pero al mismo tiempo percibo y respeto. Y dejar una flor, unas palabras, una descarga. Lo cual debe ser tenido en cuenta entre aquellos que administran la necrópolis.
Entonces dos días después de escribir eso leo en la nota del Diario Popular la siguiente declaración de Griselda Segura, madre de Boris, el chico atropellado, donde cuenta qué es lo que le pasa cuando va al cementerio: "Desde mi casa traigo los frascos de café y pongo las flores ahí, porque los floreros lindos que le puse a Boritho se los llevaron todos". Y después sigo leyendo: el padre de Boris reconoció que en el interior de la necrópolis municipal le ofrecieron una urna por menos de la mitad de lo que salía nueva. "Esto pasa todo el tiempo. Me sucedió a mi y noté como a otras familias se les acercan cuando están de visita. Yo los veo cuando se quejan porque les robaron y a los cinco minutos ya tienen a alguien que les quiere reponer eso mismo por unos pocos pesos. Es una mafia organizada, te venden todo para armar las tumbas”
Dan ganas de insultar. Porque el gobierno local al que voto y seguiré votando no le puede garantizar a una madre y a un padre que perdieron a su hijo, y a tantos otros vecinos de Quilmes que usan el cementerio (todos humildes), la dignidad mínima de ponerle una flor en el “florero lindo” que ellos eligieron, y que sale guita, porque se los chorean.
 Para no insultar, voy a cerrar igual que lo hice en el posteo anterior, donde dijimos:
Porque con el Cementerio, si funciona como corresponde, también se puede (y se debe) hacer proselitismo. Hay un montón de gente que se muere y que (ya) no vota, pero sus deudos si. A tener en cuenta.
Hoy ese final no me suena tan gracioso como lo pensé en su momento…

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